La lectura de los mecanismos de reintegración de ex detenidos: la reconciliación y el problema del apoyo

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La lectura de los mecanismos de reintegración de ex detenidos: la reconciliación y el problema del apoyo

    escrito por abdelkebir belafsahi  Y traduciendo por nosotras

En los últimos años, el Estado marroquí ha puesto en marcha iniciativas de “reconciliación”, fruto de la colaboración entre la Delegación General de Tecnología Penitenciaria y la Liga Mohammedia de Académicos. Estas iniciativas han permitido reducir el número de detenidos por los llamados cargos de “terrorismo”.

Este grupo especializado se presenta como la encarnación de un enfoque reformista basado en el marco actual y crónico, dentro de la visión estatal de desunión interna y de ayudar a las personas a brindar nuevas oportunidades a otros en la sociedad. Sin embargo, lo que a primera vista parece una iniciativa noble esconde problemas estructurales y éticos, como un replanteamiento de la filosofía del interés propio y la forma en que se gestionan los casos en fase terminal.

Desde entonces, se ha hecho clara referencia a la promesa de reconstruir puentes entre las personas mediante un proceso de autorreflexión que conduzca a la liberación de las ideas extremistas. Sin embargo, la evidencia de esta transformación en la práctica, un “certificado de buena gobernanza”, es indispensable, ya que los programas de apoyo postpenitenciario la ignoran. Los detenidos que no cumplen los requisitos para el programa, ya sea por razones personales o por haber cumplido su condena antes de su prohibición, son excluidos, a veces clasificados arbitrariamente como detenidos de derecho común. ¿Acaso el Estado está negando un caso especial? Este caso estuvo recientemente bajo la lupa de la ley y el poder judicial.

La distinción entre quienes se “arrepintieron” según las condiciones de la institución y quienes no, ha creado una situación de injusticia dentro del propio sistema penal. Los intereses, tal como se adoptan, no son ni integrales ni justos. Son más merecedores de ello que el derecho a hacerlo. El apoyo adecuado para ellos, a pesar de sus limitaciones, se les ha negado a quienes no comparten su narrativa.

El peligro es que el apoyo no esté a la altura de los desafíos que enfrentan los exdetenidos, quienes viven en una sociedad que aún estigmatiza su estatus original, un mercado laboral que los desconfía y una falta de miembros genuinos que solo consideren las necesidades psicológicas de los pobres. El enfoque de seguridad es cada vez más dominante en el caso del primero, a pesar del ingenio social y legal que requiere este tipo de casos.

En lugar de supervisar el momento oportuno de la evaluación científica y la orientación profesional y sanitaria, esta llega demasiado tarde, dejando al exdetenido solo. Un certificado de participación en la “reconciliación” es esencial, pero carece de las herramientas reales para la vida fuera de la prisión. Esto resulta en una doble frustración: la frustración derivada de la frustración, y la otra, porque la demora es solo una puerta simbólica, sin ningún impacto real.

Resulta una ironía flagrante que el “gran remordimiento” y el “arrepentimiento rigen el discurso oficial” se hayan convertido en una condición para su liderazgo de la interpretación principal tras la sentencia judicial. Esto se debe a que dicha sentencia es incompatible con la justicia lógica, no con la filosofía de la reforma, y ​​a que la libertad de conciencia no debe ser el precio de la integración.

Todo exdetenido tiene derecho a una nueva oportunidad para desarrollar sus capacidades sociales, no su creatividad ni su juicio. Si el Estado espera con interés este programa, necesita una revisión radical.

En este sentido, el método no puede ser reemplazado, en su forma actual, a pesar de la presencia de factores estrechamente vinculados a su creador, entre ellos los siguientes:

1. Separar los programas sociales relacionados con la inocencia o la tradición, de modo que la inclusión se considere un derecho para todos los exdetenidos, no una trampa para quienes puedan unirse al tren de observación.

2. Establecer un organismo independiente y multidisciplinario para supervisar el expediente de la élite, que incluya expertos en sociología, representantes de la sociedad civil y profesionales de la psiquiatría y el bienestar económico.

3. Desarrollar productos hidratantes y revitalizantes que consideren los múltiples contextos que han generado este fenómeno y aborden todos los aspectos de forma equilibrada.

4. Desarrollar una gama completa de productos para la piel suaves, tersos y sociales, promoviendo casos de éxito en lugar de regurgitar imágenes de miedo y sospecha.

5. Impedir que los exdetenidos desarrollen programas centrados en su rehabilitación, basados ​​en la creencia de que el agente en cualquier persona es el individuo.

La preocupación por la rendición de cuentas, si su filosofía no se deteriora, seguirá siendo un símbolo de justicia selectiva. En lo que respecta a la rendición de cuentas, solo puede lograrse cuando se separa de las preocupaciones de seguridad y se formula a la luz de los derechos, no de la inflamación. Esto se debe a que encarcelar a una persona no es un problema real; más bien, es una nueva oportunidad para construir una sociedad más tolerante y solidaria, donde la justicia no requiere asistencia, sino garantías.

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