
La prisión de Rabouni es otra manifestación de las violaciones cometidas en los campos de Tinduf
rassd almaghrebe / Investigación
En pleno desierto argelino, concretamente en los campamentos de refugiados saharauis de la región de Rabuni, sede política y administrativa del Frente Polisario, se encuentra una prisión no oficial conocida entre los saharauis como la “Prisión de Rabuni”. Este nombre se ha convertido en sinónimo de desaparición forzada y represión de voces disidentes. Es una prisión sin letrero ni ley
Esta prisión no tiene edificio ni marcas de identificación conocidas, y está bajo la supervisión del Ministerio de Justicia argelino o de cualquier autoridad judicial reconocida. Se trata, más bien, de un centro de detención secreto dirigido por miembros del Frente Polisario, a menudo en coordinación con el servicio de inteligencia militar argelino, según testimonios consistentes obtenidos por fuentes independientes de derechos humanos
Esta prisión no es simplemente un lugar de detención; es una herramienta para silenciar a cualquiera que se atreva a expresar una opinión disidente dentro de los campamentos. Los cargos no son específicos ni requieren pruebas. La “sospecha política” es suficiente para privar a una persona de su libertad. Los detenidos allí no tienen derecho a juicio ni a defensa, no se reúnen con un abogado ni comparecen ante un juez. Simplemente se los llevan y desaparecen. ¿Quiénes son los detenidos?
Las víctimas provienen de diversos sectores de la sociedad saharaui. Entre ellas se encuentran opositores dentro del propio Frente Polisario, activistas que piden la reconciliación con el Reino de Marruecos, personas que critican la corrupción rampante dentro de las estructuras del autoproclamado “Estado”, jóvenes sospechosos de comunicarse con países extranjeros o de transmitir información que expone la situación dentro de los campamentos, e incluso familiares de los líderes del Frente si se desvían de la línea o expresan solidaridad con los oprimidos.
Un activista que logró escapar al extranjero testificó: “Te pueden arrestar por guardar silencio cuando debería haber aplausos, o por decir algo común en una reunión ilícita, donde el juicio se basa en la intención o la denuncia”
Los informes de derechos humanos, junto con los escasos testimonios de supervivientes, confirman que la tortura física y psicológica en la prisión de Rabuni es sistemática. Los detenidos se ven obligados a permanecer en condiciones inhumanas, se les niega el contacto con sus familias y son sometidos a prolongados interrogatorios, acompañados de palizas y humillaciones. Peor aún, se desconoce el paradero de varios detenidos. Se desconoce su paradero y sus familias no pueden preguntar por ellos. Algunos incluso han desaparecido sin dejar rastro durante años.
Las autoridades argelinas, por su parte, niegan la existencia de dichos centros, a pesar de ser la autoridad soberana responsable del territorio según el derecho internacional, dado que los campamentos se encuentran en territorio argelino. Este silencio se considera una forma de complicidad, o al menos una desatención deliberada a lo que ocurre en esta zona, cerrada a los medios de comunicación y al escrutinio internacional
Las organizaciones de derechos humanos exigen ahora una investigación internacional independiente sobre estas violaciones y que se permita la entrada de comités internacionales de seguimiento a los campamentos de Tinduf, especialmente ante los recurrentes informes que indican un patrón continuo de represión y desapariciones forzadas sin un proceso judicial justo
La prisión de Rabuni no es solo un lugar de detención. Es un símbolo viviente de la oscura realidad que enfrentan muchos saharauis en campamentos que se supone son refugios para desplazados, no centros de detención para criminales. A menos que se rompa el muro de silencio que rodea estas violaciones, la justicia seguirá siendo esquiva y las voces libres seguirán pagando un alto precio
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